El delantero será reconocido como el mejor del planeta tras una inmensa campaña en el Santiago Bernabéu.
El argumento más grande e irrefutable a favor de que Vinicius Jr gane el Balón de Oro 2024 no es un solo gol. Tampoco es un número, o una estadística. Más bien, el impacto de este jugador se puede explicar mejor por un amistoso de pretemporada contra el Barcelona en Nueva York en agosto. Aún recuperándose de la Copa América y quizás ligeramente desprevenido gracias al retraso de una tormenta eléctrica, Vinicius fue introducido en el partido con 30 minutos por jugar. No marcó, ni asistió. Pero aún oxidado y necesitando unas semanas más de vacaciones, todo lo grandioso del brasileño se puso de manifiesto. Hubo giros, vueltas y gambetas, ráfagas de velocidad por la banda, la audacia de intentar una bicicleta.
La multitud - 82,000 en el Estadio MetLife, en su mayoría vestidos de blanco madridista - se puso de pie cada vez que tocó el balón. Y esa fue la reacción merecida para un jugador que de alguna manera ha permanecido fuera de la conversación de clase mundial durante demasiado tiempo. Vinicius pasó muchos de los primeros días de su carrera en el Madrid jugando junto a jugadores más impactantes, y luego aún más tiempo siendo ignorado o de alguna manera subestimado.
Sin embargo, la temporada pasada, todo encajó. Vinicius terminó la temporada con un doblete Liga-Champions habiendo desempeñado un papel muy destacado para su equipo, y siempre se presentó en los grandes partidos. Hizo de la Champions League el jardín de su casa. Fueron 26 goles y 11 asistencias para club y país. La campaña 2023-24 no fue el año en que Vinicius se redimió, pero fue el primer año en que realmente se convirtió en un jugador diferencial. Nadie, entonces, es más merecedor del Balón de Oro que el mágico brasileño.
Aceptando un nuevo rol
Siempre se pensó que sería una temporada un tanto extraña para Vinicius. La salida de Karim Benzema, anunciada repentinamente en vísperas de la pretemporada, hizo que el sistema del Madrid cambiara drásticamente justo cuando debería estar tomando forma. Carlo Ancelotti, el gran estratega, respondió a su manera. Vinicius ya no era un extremo puro. No, era un delantero, parte de una dupla ofensiva junto a su compatriota Rodrygo, con la tarea de jugar más por dentro y ocupar posiciones a menudo desconocidas.
Ya no tenía a su archienemigo convertido en compañero de ataque, Benzema, para asociarse, y realmente debería haber habido un período de adaptación para el brasileño. Pero no tan rápido.
Hubo, admitámoslo, algunas dificultades, pero Vinicius irrumpió en la temporada con aplomo. Creó peligro en el debut liguero contra un complicado Athletic Club, luciendo peligroso cada vez que tocaba el balón. Esa crucial producción final se mostró luego en el segundo partido de la campaña, donde selló una victoria por 3-1 sobre Almería.